Comer emocional

Los estilos de vida y hábitos de alimentación, son importantes en el paciente candidato a cirugía Bariátrica

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Cuando llega un paciente a la consulta, una de las cosas que le pregunto de forma recurrente es qué es lo que come en un día normal. Muchos indican una alimentación que a todo profesional nutricionista le gustaría escuchar…

«Como 4 comidas más 2 colaciones”“Trato de comer 3 lácteos descremados en el día”, “Evito comer a deshoras y prefiero frutas de sanck»

entre otras respuestas, que de verdad tendrían mucho sentido, si es que la evaluación nutricional no arrojara sobrepeso u obesidad. Y otros, asumen que comen 1 a 2 veces al día y que no tienen tiempo para comer.

Pero lo que llama la atención es que el día antes de asistir a la 1º consulta parecen realizar un rito en común que lo llamo “La despedida”; ¿Qué significa esto?, que el paciente al estar a horas de ser sometido a un tratamiento estricto para reducir su peso, quiere tener un último encuentro con su plato favorito, que habitualmente es pizza, completo, sushi, tortas o helados y el factor común de todos estos alimentos es que tienen un alto aporte de energía, pero también de grasa y carbohidratos, alimentos que nos hacen liberar hormonas de la felicidad, como las endorfinas, que asociados con una buena compañía y conversación, se ven más aumentadas.

No está mal querer comer cuando queremos celebrar algo, más que mal, nuestra sociedad está acostumbrada a vincular los alimentos con los distintos estados anímicos. Cuando queremos celebrar algo como un bautizo, licenciatura, matrimonio, cumpleaños o aniversario, nuestra preocupación se centra en la comida, y lo que se genera en torno a ella y en situaciones adversas, dejamos de comer y esa reacción puede ser igual o más dañina que lo anterior.

Pero ¿Qué pasa cuando ese “comer emocional” se confunde con la verdadera sensación de hambre? La ingesta que se tiene es mucho mayor a lo que estamos acostumbrados a comer y no logramos elegir qué tipo de alimento consumir que no signifique un daño.

Cómo podemos diferenciar el hambre físico del hambre emocional.

Los estilos de vida y hábitos de alimentación, son importantes en el paciente candidato a cirugía Bariátrica, ya que lo que come y cómo se comporta en su vida diaria, nos permitirá conocer e indicar la mejor opción dietoterapeútica a seguir.

El plan de alimentación debe ser equilibrado y variado. Equilibrado para que no falte ningún tipo de nutrientes, que pueda generar un déficit y variado para mantener los niveles de dopamina (Neurotrasmisor), ya que no se debe comer todos los días lo mismo, debido a que nuestro cerebro lo interpreta como algo aburrido y eso hace caer los valores de dopamina y con ello los niveles de endorfinas, que llamamos anteriormente las hormonas de la felicidad, en otras palabras, comer siempre “lechuga con atún”, aburre.

¿Quiénes son más propensos?

  • Pacientes que están todo el día contando las calorías de los alimentos que consumen, a través de aplicaciones o páginas de internet. Creen tener el control de su alimentación, compensando los alimentos que comen en el día.
  • Los pacientes que pasan por etapas de sentimientos extremos, tanto felices como infelices. La comida en estos casos puede calmar la ansiedad pero por un corto plazo, pudiendo volver con mas fuerza.
  • Los pacientes que viven en dietas y restricciones auto-indicadas, tienen un mayor riesgo de comer de forma mas descontrolada. Y además, como van fracasando en el objetivo de bajar de peso, se asocia a pensamientos negativos y a baja autoestima.
  • Aquellos que restringen todo tipo de carbohidratos (pan, galletas, arroz, fideos, …) tienen mayor riesgo de sufrir un período de mayor ansiedad.
  • Personas con baja tolerancia a la frustración, no logran controlarlo y caen en episodios de ansiedad asociado al fracaso.

Por lo anterior, es importante identificar la causa que nos genera el comer emocional, para poder tratarlo de buena forma y esto puede requerir el apoyo de profesionales relacionados como Psicólogos y Nutricionistas.

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