¿Cuándo decir basta? Uso de dispositivos crece 500% en niños, niñas y adolescentes

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LA PANDEMIA HA TENIDO ENORMES CONSECUENCIAS EN CÓMO LOS NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES SE RELACIONAN CON SUS PARES, ESPECIALMENTE DEBIDO AL USO EXCESIVO DE PANTALLAS. UNA PREOCUPACIÓN EN INCREMENTO PARA LOS PADRES, QUE VEN CÓMO LAS CONDUCTAS AGRESIVAS HAN IDO EN AUMENTO EN LOS RECINTOS EDUCACIONALES, LUEGO DEL REGRESO A LA PRESENCIALIDAD. LA PSICÓLOGA DE NUEVA CLÍNICA CORDILLERA, XIMENA GONZÁLEZ, EXPLICA CUÁLES SON LAS MEJORES FORMAS DE PONER LÍMITES SANOS A LOS NIÑOS.

Los episodios de violencia escolar se han tornado cada vez más comunes, luego de dos años de aislamiento social debido a la pandemia por COVID-19. Al encierro obligatorio, se suma el uso excesivo de pantalla, que significó que niños, niñas y adolescentes (NNA) modificasen la forma en que se relacionan entre pares.

De acuerdo a un estudio realizado por la organización internacional Parents Together, el aumento en el uso de dispositivos ha crecido un 500% respecto al periodo previo a la pandemia entre NNA. El estudio, que encuestó a más de 3.000 padres y madres, señaló que el 85% de ellos están muy preocupados por esta situación.

El bienestar mental y emocional de los niños se ve en riesgo debido al excesivo uso de aparatos tecnológicos que puede moldear su forma de comportarse. La psicóloga de la Nueva Clínica Cordillera, Ximena González, explica en qué minuto los padres y madres se deben preocupar por el uso de dispositivos y la implicancia que tiene para los NNA verse expuestos a esta “nueva forma de vida”.

La pandemia y cuarentena afectó en la forma de relacionarse, mayormente a niños, niñas y adolescentes. La profesional de la Nueva Clínica Cordillera dice que el “distanciamiento social, lamentablemente, afecta la oportunidad de practicar y dominar habilidades personales y resolución de conflicto. Ahí tiene que ver cómo influye cuando yo tengo un niño frente a una pantalla, donde no hay posibilidades de que pongan en práctica sus habilidades sociales y resolución de conflictos con personas reales”.

De la investigación realizada por Parents Together, se desprende que un 40% de niños, niñas y adolescentes pasan más de seis horas frente a un dispositivo móvil. La profesional Ximena González, indica que lo máximo que debe pasar un menor que tenga entre 8 y 16 años son 2 horas y “eso ya es demasiado tiempo”. Y añade que además “siempre hay que ser precavidos con el tipo de contenido que están viendo nuestros hijos e hijas. No se puede no tener control sobre lo que están viendo en redes sociales, que juegos están jugando o que series están observando, pues todo eso puede afectar a los menores de edad”.

Agrega que la utilización excesiva de pantallas genera un retraso en el desarrollo cognitivo, debido a que “la atención y la concentración en otros temas que no sean videojuego, temas de interés fuera de un celular, baja mucho. Además, se genera trastorno del sueño, porque se estimula el nivel cerebral con el tema de las luces y los estímulos de contenido. Por lo tanto, cuesta mucho dormir a los niños y después despertarse”. Y no solo eso, también se pueden presentar consecuencias en la salud como un evidente aumento de peso y resistencia a la insulina.

A esto se le incorpora otro fenómeno que influye bastante, la motivación. “Porque es tan motivante y estimulante la tecnología y el teléfono, que los niños y niñas después se desmotivan con otros temas y no quieren jugar con sus juguetes, leer cuentos o realizar otras actividades como practicar música, deportes, teatro, y artes en general, y esto es muy preocupante dado que falta una estimulación muy importante en el desarrollo creativo de los pequeños”.

La especialista recomienda que los padres determinen tiempos y horarios respetados por toda la familia, es decir “debemos tener el control del tiempo, de las pantallas, de los horarios, de las comidas, de las redes sociales, de tener bloqueos. Por ejemplo, no usar móviles antes de una hora, antes de dormir, a la hora de las comidas, tener un tiempo familiar, etc.”, de tal forma que se puedan poner límites saludables a los niños, niñas y adolescentes, ayudando a mantener su salud mental y emocional.

 

 

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