LA DEFINICIÓN DE FELICIDAD QUE MÁS ME GUSTA ES “LA EXPERIENCIA DE BIENESTAR, COMBINADA CON LA SENSACIÓN DE QUE NUESTRA VIDA TIENE SENTIDO Y VALE LA PENA”.
La felicidad es una decisión, cada uno de nosotros decide día a día ser feliz o no, esto no quiere decir que no nos importe los acontecimientos que suceden, pero si es tomarlos y soltarlos de acuerdo con lo que nos hace bien.
Para Seligman, existe una ecuación para lograr la felicidad, éstos son, en primer lugar, la genética; es decir, hay personas que por su carga genética son más o menos felices que otras, según los investigadores le asignan alrededor del 50%. Luego, el segundo componente, son los acontecimientos que nos pasan día a día, siendo el 10% de la ecuación. Y, como tercer elemento, y que personalmente creo es el más importante, es la voluntad, es decir, el querer ser felices, el proponerse que más allá de lo que ocurra o de la carga de mis antepasados yo decido ser feliz.
La felicidad es un estado permanente y no momentos, como muchas veces se indica. Tengo la certeza de esto, ya que la experiencia en terapias y los estudios realizados, demuestran que las personas enfermamos por el nulo o mal manejo de nuestras emociones negativas que se van incrementando y que detonan en una enfermedad; si nosotros no fuésemos felices intrínsecamente, estas emociones negativas no nos afectarían, pero como nuestra naturaleza es ser felices, sí nos afectan y al no ser manejadas correctamente nos desencadenan enfermedades de distinta naturaleza.
El llamado es a ser felices, a seguir nuestro patrón natural, a dejar de buscar los problemas cuando ser felices es bastante más simple de lo que pensamos.