Ley de Fármacos II: ¿desindustrialización “en trámite”?

Fuertes alzas en algunas moléculas, depender de empresas asiáticas al sustituir producción local por importaciones, menor innovación galénica y desincentivo de laboratorios por lanzar terapias de punta son algunas de las consecuencias si se legisla en pro de la receta por DCI. A su vez, con una cuasi muerte de la industria nacional de fármacos, estaríamos desprotegidos ante una emergencia sanitaria futura, porque primero estarán los países exportadores y mucho después… nosotros.

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UN COMPLEJO ESCENARIO PARA LA INDUSTRIA FARMACÉUTICA EN CHILE ES EL QUE SE PRESENTARÁ RESPECTO A LA LEY DE FÁRMACOS II, AÚN EN TRÁMITE, SI SE LEGISLA A FAVOR DE LA OBLIGATORIEDAD DE LA RECETA POR DCI (DENOMINACIÓN COMÚN INTERNACIONAL, CONOCIDA COMO “GENÉRICA” EN MATERIA DE FÁRMACOS), PROHIBIENDO ASÍ QUE EL MÉDICO PUEDA RECETAR UNA MARCA, NI SIQUIERA COMO SUGERENCIA DEBAJO DEL NOMBRE DE LA MOLÉCULA.

Ello, además de impedir la recomendación del profesional, que conoce por experiencia clínica la performance de las marcas que prescribe, es probable dé a lugar que los dependientes de farmacia promuevan productos de fabricación propia, o de cualquier fabricante que estimen conveniente.

Lo anterior es importante si se considera que, en el mercado nacional de la dispensación, tres cadenas participan con el 80 % de la venta, al tiempo de existir la recomendación ministerial para adquirir medicamentos bioequivalentes, es decir “alternativos”, algunos de los cuales carecen de certificación por no contar con los estudios de bioequivalencia aún.

Es fácil visualizar que el retail tendrá máxima posibilidad de definir las marcas de principios activos mono-drogas-orales, dado que en Chile se permite la “integración vertical”, donde la farmacia puede sugerir al paciente un producto elaborado por un fabricante de su propiedad e ir incorporando en escalada a otros “socios comerciales”.

Agonía de la industria nacional de medicamentos

Es previsible que baje la inversión en plantas farmacéuticas de relativa sofisticación por parte de laboratorios cuya marca está en el centro de su cadena de valor, como Grunenthal, Chile, Abbott EPD, Saval y otras compañías que tendrán menos peso en la decisión de compra al no venir recomendadas sus marcas por el profesional.

Si bien es cierto que en tiempo cero podrían bajar de precio algunos medicamentos, se debe considerar en el mediano plazo una menor competencia por baja de oferentes, lo que implicaría una resaca de alzas en algunas moléculas y depender de empresas asiáticas, al sustituir producción local por importaciones.

Sería igual de lógico esperar menor innovación galénica, además del desincentivo que experimentarán laboratorios especialistas en genéricos de marca por lanzar terapias de punta, lo que nos llevará posiblemente, en el mediano y largo plazo a una cuasi muerte de la industria nacional de fármacos.

Suponemos con base que estaremos desprotegidos ante una emergencia sanitaria futura, donde dependeríamos de importaciones provenientes de otras latitudes, ya que no debe olvidarse que frente a una situación de este tipo, en primerísimo lugar estarán los países exportadores y mucho después… nosotros.

 

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