Narciso, de rey a esclavo del ego

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HACE POCO ESTUVE CONVERSANDO CON UNA PERSONA DE BUEN CORAZÓN Y MUY CAPAZ, Y ME LLAMÓ LA ATENCIÓN CUANDO SINTIÓ LA NECESIDAD DE JUSTIFICARSE Y DIJO: – “NO PUEDE SER, ¡YO SOY PERFECTA!”- Y LO DIJO EN SERIO…

Considero que fue una gran crueldad hacia sí misma y una gran crueldad también de nosotros como sociedad. Hemos llegado a falsear los estándares de lo positivo a una escala insoportable, hemos llegado incluso a usar la palabra “perfecto”, como si pudiéramos alcanzarla. El punto es, ¿para qué alcanzarla? No me refiero a la mediocridad, me refiero a ser realista y a valorar el esfuerzo del otro cuando realmente lo hace lo mejor que puede. Gran cantidad de las depresiones se producen por poner una distancia inalcanzable entre las metas y las posibilidades reales, somos mucho más que eficiencia, somos amor y empatía, somos seres creativos y podemos hacer de cada uno de nuestros días un aprendizaje positivo, y eso implica saber equivocarse también.

Las personas que se consideran perfectas se conocen como Narcisas. Ellas sufren, recurren a un gran ego para ocultar su baja autoestima, y de tanto defenderse se confunden y creen que ese ego inflado es real. Finalmente, no son reyes, si no esclavos de su propio ego y del aplauso y aprobación ajenos.

Estas personas provienen de familias con padres sobrevaloradores de modelos “exitosos” o consentidores, por lo que la tolerancia a la frustración se les hace difícil, y generalmente son hijos únicos o el único de ese sexo.

La persona narcisa es buen líder en el trabajo y alcanza un alto rendimiento. Es en el área emocional donde sufre, a veces sin darse cuenta (se queda aislado consigo mismo) y hace sufrir también a su pareja, desconsiderándola en sus necesidades y opacándola cada vez que sienta amenazado su primer lugar.

El narciso puede cambiar si se da cuenta de que sufre, de que ser el centro del universo todo el tiempo es agotador, que será amado por lo que realmente es, que la espontaneidad lo sorprenderá positivamente, que la amabilidad y la empatía lo acercarán realmente a los demás. Ser uno mismo, aprender a perder y asumir los errores con humildad engrandece mucho más que creer ser perfecto basado en creencias vacías y carentes de humanidad.

Si tienes un narciso en casa intenta mejorar esa relación fría e indiferente (recuerda que el buen sexo no es necesariamente amor, puede ser una descarga placentera personal y no compartida con amor), hazle saber explícitamente tus necesidades y no justifiques tu dolor ni tu alegría.

Si la persona narcisa eres tú, practica la empatía (ver al otro en sus necesidades reales), la amabilidad, deja de ser el centro del universo y verás cómo el mundo se expande y se siente más liviano. Si pese a intentarlo verdaderamente no te resulta, pide ayuda profesional porque estás atrapado(a) en un esquema mental equivocado que restringe tu vida.

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