Yogurt, el regreso de un clásico

Un completo aliado en nuestra alimentación.

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SU SABOR Y TEXTURA SON INCONFUNDIBLES, AMIGO DE RECREOS Y DE LARGAS JORNADAS EN LA INFANCIA, EL YOGURT Y SUS BENEFICIOSAS BACTERIAS SE HA MODERNIZADO, Y EL MERCADO NOS OFRECE HOY UNA AMPLIA GAMA DE ALTERNATIVAS PARA TODOS LOS GUSTOS Y NECESIDADES. EN ESTE ARTÍCULO REVISAREMOS POR QUÉ RESULTA TAN PROVECHOSO SU CONSUMO Y POR QUÉ ES NECESARIO INCLUIRLO EN NUESTRA DIETA.

El yogurt proviene del búlgaro ‘jaurt’, y es precisamente de la zona de los Balcanes desde donde se le atribuye su origen. Se cuenta que las tribus nómades habrían descubierto que la leche al ser transportada en los sacos de piel, se convertían en una masa semi sólida, todo esto debido a las altas temperaturas, las que hacían que la leche fermentara mediante la acción de bacterias ácidas.

Se siguió consumiendo yogurt a través de los siglos, pero no fue hasta principio del siglo XX cuando se hizo realmente popular debido a los descubrimientos del premio Nobel de Medicina, el ruso Élie Metchnikoff, quien sorprendido ante la longevidad de los pueblos balcánicos, estudió la causa y llegó a la conclusión que esto se debía a los grandes efectos de las bacterias del yogurt sobre la flora intestinal.

Pero los descubrimientos de Metchnikoff no quedaron ahí, pues él estudió a los organismos vivos de este alimento, los encargados de transformar la lactosa en ácido láctico, un componente que tiene como función impedir el desarrollo de bacterias dañinas en el intestino derivadas de la descomposición de los alimentos. Este investigador también halló interesantes propiedades nutritivas al encontrar una alta presencia de vitaminas del grupo B.

¿Pero cómo se obtiene el yogurt? Este derivado de la leche se forma gracias a la combinación de dos bacterias que invaden la leche y provocan la fermentación y la coagulación de la misma. Estas bacterias son la Lactobacillus Bulgaricus que es responsable de la acidez del yogurt; y la Streptococcus Tehrmophilus, encargada de darle el aroma y textura que lo caracterizan. Estos microorganismos trabajan como una buena dupla y empiezan a desarrollarse en la leche progresivamente a una temperatura de 45 grados.

Pero el yogurt es algo más que un rico postre o colación, pues los estudios demuestran que la acción sobre el sistema digestivo convierte al yogurt en el perfecto defensor natural contra una amplia gama de  infecciones y enfermedades. Como si esto fuese poco, ayuda a reducir el colesterol y permite absorber las grasas mucho más fácilmente, además de equilibrar el intestino, controlando los posibles casos extremos de cólicos o estreñimiento. También ayuda a minimizar los efectos negativos de los antibióticos y protege el estómago del daño que pueden provocar otros medicamentos (Ver recuadro).

Como vemos, integrar el yogurt a nuestra dieta no sólo aporta nutrientes esenciales y una excelente dosis de calcio, sino también regula nuestro aparato digestivo. Sin embargo, según un estudio realizado el año pasado, no todos los yogurt del mercado aportan las bacterias que tan bien le hacen al organismo, así que una vez más la recomendación es a leer la etiqueta y  fijarse en las indicaciones nutricionales y componentes, y con esos datos elegir lo que más se ajuste a tus necesidades, y no olvide que sólo el yogurt que contiene Lactobacillus Bulgaricus y Streptococcus Tehrmophilus es el que debiéramos consumir, de esta forma nos beneficiaremos de sus propiedades.

SABIA QUE:

  • Cerca del 70% de la Población mundial es intolerante a la lactosa, quienes suelen sufrir de dolor abdominal, flatulencia y diarrea.
  • En la localidad búlgara de Studen Izvor existe el primer museo del mundo dedicado al yogurt, que rinde homenaje al biólogo Stamen Grigorov, que en 1905 descubrió el microorganismo que provoca la fermentación necesaria para obtener este derivado de la leche.
  • El Reglamento Sanitario de los Alimentos y la Norma Chilena 2560 menciona que para que un producto sea considerado ‘yogurt’, éste debe tener leche pasteurizada de vaca y cultivos constituidos por las bacterias Lactobacillus bulgaricus y Streptococus termophilus.
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